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miércoles, 5 de mayo de 2010

El aburguesamiento de la artes marciales

Mi admiración por la mayor parte de las películas de Disney siempre ha sido más bien escasa. Nunca me ha gustado ese intento desesperado de llegar a todos los públicos a cualquier costa. No se me malentienda, el logro de sentar a padres e hijos juntos, a veces incluso hasta abuelos, para compartir una actividad me parece reconfortante y loable, pero no justificable a base de pervertir el producto, descafeinándolo y volviéndolo incluso insulso. El lograr un producto apto para todas las edades debe ser un resultado derivado del buen hacer, no debería buscarse esta derivación como un fin, dando la impresión de que lo que se pretende es llegar a un público más amplio porque eso supone una taquilla más amplia. De tal interesada acción nacen difamaciones de obras como El jorobado de Notre Dame o de historias como la de Pocahontas que pervierten completamente el contenido original.

¿Qué precio hay que pagar por disfrutar de un público más amplio para las artes marciales? No finjamos que no es así, las artes marciales se van degenerando poco a poco para poder llegar a un público más amplio. A veces sólo descondimentandolas, preservando la esencia, pero otras veces se fuerza tanto el límite que se acaba perdiendo incluso lo esencial. Muchas artes marciales se han aplanado de tal manera que nada les queda de marcial excepto su pasado.

Cada vez estamos menos motivados por el sacrificio, cada vez exigimos más por menos. No sé cuándo se empezó a torcer el camino, quizá fue cuando Jigoro Kano intentó abrir el jujutsu al resto de clases sociales, quizá empezó mucho antes, sólo hace falta leer las críticas que repartía Miyamoto Mushashi entre sus contemporáneos. El caso es que hoy en día nos encontramos muchas artes marciales aptas para todos los públicos... pero lo digo de forma despectiva. Si bien es cierto que la defensa personal debe ser posible entrenarla siendo hombre o mujer, joven o anciano, también es cierto que no todos deberían entrenarla de la misma manera. Cada edad tiene unas virtudes, cada sexo unos peligros, cada constitución física unas características.

No todo el mundo está dispuesto a dar todo en un entrenamiento, es normal, ahora que, la mayoría de nosotros, vivimos en una sociedad estable y sin grandes conflictos. Pero si se pretende preeservar la palabra marcial en nuestras disciplinas no hay que perder de vista ese objetivo, y entrenarlo objetivamente, y, para ello, hay ciertas costumbres, constantes y métodos que no se deberían perder y, sin embargo, se han trastocado completamente. En su intento por hacercarse al gran público, las artes marciales han perdido gran parte de su esencia.

Condición Física 

Se ha obviado la importancia de la condición física, para que el ciudadano medio se pueda sentir seguro frente a un oponente que le saque 40 kilos.

Toda persona debería ser capaz de defenderse, independientemente de su sexo, edad, peso, etc. Pero, en su afán propagandístico, hoy en día resulta muy habitual escuchar cosas como que tal arte marcial sirve aunque no seas una persona corpulenta, o que con tal técnica podrás someter incluso al más fuerte. Y hasta tal extremo se llevan tales afirmaciones que parece que el alumno pierde el respeto por la fuerza y por el peso. Recuerdo una practicante de krav maga, la fémina (con escaso tiempo de formación) alegremente afirmaba que no tendría ningún problema en someter a un atacante másculino más grande y fuerte que ella. En muchos dojos "tradicionales" se desprecia el trabajo con pesas, a veces incluso todo tipo de trabajo físico extenuante, con explicaciones tan curiosas como que es contraproducente para la velocidad del practicante o que no se necesita un gran físico cuando todo se decide en cuestión de segundos. Siempre me ha parecido graciosa la frase de que es mejor la flexibilidad que la fuerza, pienso, con desespero, que quien asegura esto no sabe de qué habla ni a nivel práctico (nunca ha tenido un enfrentamiento con alguien fuerte) ni a nivel teórico (seamos serios, a la guerra se manda a los jóvenes fuertes, no ha muchachas contorsionistas).

El factor físico cuenta, y cuenta mucho, si bien no es un factor decisivo y se puede suplir la falta de fuerza y  peso con técnica, es un factor a tener en cuenta y, por lo tanto, susceptible de entrenamiento, como cualquier otro, y hay que hacerlo bien.

Plasticidad

Se ha aumentado hasta puntos innecesarios la plasticidad de las técnicas, para que resulten espectaculares y atractivas para el consumidor de películas.

Poco a poco las aa.mm. se han hido nutriendo de barrroquismos en sus movimientos, de espectacularidades de tal envergadura que han creado estilo propio a la hora de moverse. Pero, pensando en la eficacia, sobra todo barroquismo, las técnicas deben ser sencillas y contundentes, tanto pensando en la didáctica como en la aplicación. La plasticidad y el espectáculo no pueden ser objetivos a buscar con estas técnicas, ni siquiera como objetivos secundarios.

Hablo de plasticidad y de barroquismos, y no de la belleza de las técnicas, concepto mucho más subjetivo y, consecuentemente, del que tengo mi propio criterio. Para mi una técnica bonita es la que funciona y lo hace de manera rotunda y sorprendente, por lo tanto lo mismo me da que sea un flying armbar como una torta de gañan con carrerilla: su grado de eficacia es parte esencial de su belleza.

Filosofía y crecimiento personal

Se han nutrido los métodos con conceptos vagos y biensonantes para acercarlo a los que van tras una búsqueda personal, dejando a un lado el aspecto combativo del sistema para darle preferencia a otros objetivos más espiriturales que, muchas veces, se contradicen con la propia esencia marcial.

Esta carga conceptual se ha fundido de tal manera con la aa.mm. que si no hay lugar para tu búsqueda de crecimiento personal en tu práctica marcial parece que sólo haces un deporte de contacto (cabría aquí recordar la diferencia entre "do" y "jutsu" de los sistemas japoneses). Por otra parte, destacar que esa espiritualidad se alcanza también con el senderismo, conducción deportiva o punto de cruz. El hecho de sentirte realizado (o crecimiento espiritual) puede alcanzarse con cualquier actividad sin que sea ese su objetivo (los objetivos serán recorrer rutas, conducir vehículos y crear bonitos tapetes). El arte marcial nada tiene que ver con la filosofía, la espiritualidad o la salud, si bien pueden ser valores añadidos que enriquezcan la práctica, pero nunca debería ser el objetivo principal (y mucho menos único) de un arte marcial.

Sparring

Se ha disminuido el contacto para los más delicados, hasta tal punto que en muchas artes ni siquiera se contempla un trabajo de sparring. Mucha gente nunca ha golpeado de verdad, nunca ha guanteado con alguien que no sea un colaborador pasivo, el cual sólo realiza uno o dos ataques previamente acordados.

Creo que el sparring es una de las áreas más afectadas por este aburguesamiento. Entrenamos como viejos. Sé que suena despectivo, pero no lo es, esta vez no lo pretendo. Nada tiene de vergonzoso entrenar como lo que se es, pero me choca ver a gente de 20 años entrenando como si tuvieran reuma ¿Por qué? Creo que en el mundo de las artes marciales demasiadas veces nos quedamos con la imagen que nos ofrecen los grandes maestros, los cuales llegan a avanzadas edades y, como es normal, no se mueven como cuando tenían 20 años. Nos gusta cómo se mueve un maestro de 70 años y queremos ser como él, y para ello nos movemos como él, olvidando que, cuando tenía nuestra edad, se movía de otra manera. No podemos saltarnos así las etapas, queremos llegar al final del camino sin pasar por los puntos claves. Y esto me lleva al sparring, porque este aburguesamiento ha desplazado este tipo de prácticas alejándolas de las rutinas marciales, simplemente porque no son cómodas. El sparring duele, el sparring cansa y, sobre todo, el sparring destroza mentalmente, porque te deja claro lo que sabes y lo que no, ahí no valen excusas o teorías, ahí todo es práctica.

No, no me vale el decir "es que yo hago un arte marcial, no se puede restringir como si fuera un deporte". No me vale porque yo no hablo de competición, hablo de entrenamiento duro, hablo de sparring, de hacerselo pasar "mal" al compañero, hablo de ser un poco perro, de sudar la camiseta, hablo de práctica frente a teoría, de probar las cosas cuando la gente no se deja, de reducir a tu compañero cuando el también quiere reducirte a ti, hablo de dejar de poner excusas y tener que demostrar las cosas. Al igual que recreamos situaciones en el dojo "pervirtiendo" la respuesta de uke, haciendole colaborador, estableciendo previamente su ataque, etc, de la misma manera hay que "pervertir" la situación con protecciones y reglas, porque un método sin el otro queda cojo, y porque el conjunto de ambos métodos nos acercará un poco más a la realidad, ya que no podemos recrearla se trata de triangularla.

Sin sparring no hay arte marcial (al igual que tampoco hay arte marcial sin técnica). Es duro, pero no veo la forma de que exista sin esta forma de entrenamiento.

El sparring en Bujinkan

Si bien lo que sigue puede seguir entendiéndose de forma genérica, quiero tratarlo a través de un caso en particular, en este punto me gustaría centrarme en el que considero mi arte marcial, tanto por mi trabajo vertido en este sistema como por sentir que es siempre mi punto de partida y de llegada: el Budo Taijutsu.

Estoy cansado de oír a gente de Bujinkan decir que en su entrenamiento no se contempla el combate porque sus maestros no lo hacen. Será que me lo parece a mí, pero creo recordar que Takamatsu perdió gran parte de su capacidad auditiva en un combate.

Estoy cansado de oír a gente de Bujinkan decir que no practican sparring porque sparring y Bujinkan son conceptos contradictorios. He llegado a leer, en una web de un dojo Bujinkan, que no practican sparring y que, es más, consideran inferior a cualquier dojo donde se realicen este tipo de prácticas "deportivas", teniéndolas por clases impartidas por gente de poco nivel. Lo siento, pero este tipo de gente me saca de mis casillas, ¿acaso sus alumnos empiezan ya con un nivel alto? Una vez más me agarro a la propia historia del Budo Taijutsu para recordarles a todos estos "tradicionalistas" que Hatsumi realizaba sesiones de sparring con sus alumnos ¿que superó esa etapa? bien por él, pero para superar una etapa hay que pasar por ella, no pasar de ella, como hacen muchos de estos "budokas".

Porque, seamos sinceros, lo tradicional no es practicar formas al aire, lo tradicional no es ponerse frente a un uke colaborador que se tira al suelo al más leve contacto, ni hacer suposiciones de cómo sería un ataque a velocidad real, ni dar infinidad de pasos alrededor de un compañero estático, ni defenderse de un ataque que no lleva intención, ni guardia, ni técnica. Lo tradicional es el esfuerzo, el tesón, la intensidad, la dedicación plena, el acondicionamiento físico, la preparación mental. Lo tradicional es el sudor y la sangre.

El otro día comentaba con un compañero de entranamiento mi intención de probar con más gente las técnicas que aprendemos, pero con guantes y casco, para defenderse de golpes más reales, a esto me preguntó que a ver si quería sangrar. Quizá esa sea la cuestión, mientras muchos piensan que hacer sparring es recibir un castigo físico, yo veo que el castigo físico (con sangre ocasionalmente) es una consecuencia de un entrenamiento bien hecho, fruto de la experimentación que es el sparring, y sin experimentación sólo queda la teoría. Con esto no pretendo convertir el Budo Taijutsu en un deporte, ya he mencionado que no se trata de competir, si no de incluir las prácticas de sparring como parte habitual y constante de nuestra rutina de entrenamiento.

Sé que mis críticas siempre han sido constantes, pero siempre han sido para construir, no para destruir. Alguna vez me han dicho que si no me gusta que no lo practique, que vaya a practicar vale-tudo, pero es que, precisamente porque me gusta el budo taijutsu, quiero enriquecerlo y completar las lagunas que puedo observar con respecto a otras artes marciales.

Para terminar, una muestra más de que no hablo de cosas ajenas al Budo, una frase de Nagato Sensei: “Ahí fuera hay Shidôshis que jamás han recibido un golpe, y aún así dicen enseñar Budô.”



Alberto Bravo