Habría que desarrollar mucho más las formas para establecer contacto con el rival sin correr el riesgo de ser golpeados y, una vez logrado éste, y a partir de la percepción táctil y de la intuición, lograríamos trabajar con nuestras herramientas bastante más cómodos. Habrá quien diga que tenemos la posibilidad de bloquear o de golpear nosotros también, pero quizás demos con un especialista (hablamos de gente de Wing Tsun, boxeo, kárate…), y como en todo no podemos ser los mejores, no sobraría dedicar una parte de nuestro entrenamiento a resolver tácticamente este problema.
En concreto, y para no perdernos en semánticas, cómo pasar de una posición segura o de fuera del alcance del agresor a la media y corta distancia, minimizando el riesgo de que nos golpee y, una vez establecido el contacto, intervenir con nuestro repertorio técnico. Cabe la utilización de la pierna, que sí la manejamos a la perfección, para no caer en el juego de quienes nos llevarían a su terreno, pero no siempre, y sobre todo en el campo de la seguridad, se puede entrar a saco y se nos exige más profesionalidad: acabar con manipulación articular y control.
En cuanto a los recursos de que disponemos en el suelo, y haberlos haylos en el Hapkido, tampoco estaría de sobra dinamizar lo que tenemos y aprender de otros especialistas como pueden ser los judocas o los practicantes de Brazilian Jiu Jitsu. Nos explicamos: decimos dinamizar en el sentido de dar fluidez a las técnicas, que no se enseñen como compartimentos estancos; es decir, practicarlas en una pelea sin tener prefijado lo que se va a hacer ni su resultado. Esto obliga a la adaptación al medio hostil, al necesario desarrollo de nuestro abanico técnico aplicando hyoldo, manipulación digital o cualquier tipo de luxación siempre que sea también factible en el suelo. En los tiempos actuales, debemos olvidarnos de axiomas y abrir nuestra mente a nuevos planteamientos para hacer del Hapkido, un arte marcial poderoso, eficaz y contundente.
Guzmán Ruíz Garro